lunes, 21 de noviembre de 2011
Benajmín Prado
¿Cuánto vale lo que no nos cuesta nada? ¿Qué importancia le damos a las cosas que logramos sin ningún esfuerzo? En estos tiempos líquidos en los que si tienes 10 minutos y un ordenador puedes conseguir casi cualquier cosa sin ir a buscarla a ninguna parte, porque basta con pulsar dos teclas para que Internet te ponga en la mano el disco, la noticia o la imagen que estuvieras buscando, parece que es más fácil desear las cosas que quererlas y que a fuerza de acumular titulares, citas y resúmenes nos arriesgamos a sustituir el conocimiento por la simple curiosidad, que es un buen punto de partida, pero un mal destino.
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